El sistema alimentario actual no solo está poniendo en riesgo la seguridad alimentaria en las regiones de África, Sudamérica y Sudeste asiático, sino que además es responsable del desplazamiento forzado de las comunidades locales.
El desarrollo del agronegocio afecta a la vida cotidiana de millones de personas que viven donde hay tierras fértiles; la desposesión de la tierra como medio de vida, vínculo ancestral y signo de identidad cultural implica una violación sistemática de los derechos económicos, sociales, culturales y ambientales de las personas desplazadas. El acaparamiento de tierras produce múltiples repercusiones, entre las que destacan:
- la concentración de la propiedad de la tierra;
- la falta de control sobre la producción agrícola y la consecuente pérdida de soberanía alimentaria;
- la contaminación del agua o la falta de acceso a ella;
- la degradación del medioambiente;
- las condiciones laborales de explotación y
- los desplazamientos forzosos.
El cultivo de soja en Uruguay
En Uruguay, el aumento del número de hectáreas dedicadas a la soja ha sido una de las principales causas del desplazamiento forzado de las familias del campo uruguayo hacia las ciudades. Las grandes empresas han comprado cientos de miles de hectáreas lo cual ha supuesto el abandono de cultivos vinculados a la agricultura familiar y destinados a la alimentación de la población local. Dejar el campo en condiciones de precariedad ha tenido un fuerte impacto en las familias campesinas que se han visto obligadas a abandonar el medio rural a causa de la presión de los monocultivos que ponen en jaque la realización de los derechos económicos, sociales y culturales.

Las plantaciones de caña de azúcar en Uganda
En Uganda, tres compañías multinacionales —Agilis Partners, Kiryandongo Sugar Limited y Great Season SMC Limited— están involucradas en acaparamientos de tierras y desalojos violentos de miles de familias campesinas, residentes en el distrito de Kiryandongo, ubicado en la parte occidental de Uganda. El acaparamiento se produce con el objetivo de cultivar grandes extensiones de caña de azúcar en territorios donde la capacidad de la población local para resistir es mínima. La mayoría de las familias fueron desplazadas con métodos violentos y las pocas que se quedaron viven rodeadas por el monocultivo y sin acceso al agua.

La expansión de la palma aceitera en Colombia
En Colombia, según el informe Tierras y conflictos rurales del Centro Nacional de Memoria Histórica, ha sido posible identificar la relación directa entre despojo de tierras, desplazamiento forzado y cultivo de palma. Aunque la relación entre la presencia de este monocultivo para la exportación y conflicto no puede ser generalizada, la investigación destaca que “el predominio que el cultivo empieza a tener en una zona motiva el confinamiento de campesinos que mantienen cultivos tradicionales y dificultan el desarrollo de sus formas de vida y la seguridad alimentaria; se puede identificar en varios casos desplazamientos económicos debido a que la palma es menos intensiva en el uso de mano de obra y hay menos oportunidades de trabajo para el campesinado asalariado.

Los casos de desplazamiento forzado arriba mencionados son solo algunos de los ejemplos de la base humana que sustenta el sistema alimentario globalizado y su esquema agroexportador, un sector cuyo beneficio sale a costa del despojo de otros territorios y de la mano de obra mal pagada.
Solo gracias a la presión social de un movimiento consciente y organizado será posible construir un sistema alimentario cuya razón de ser sea la satisfacción de las necesidades alimentarias de toda la población mundial y no la avaricia de pocas empresas.
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